Rigel en Inglaterra

sábado, diciembre 31, 2005

¡Venganzaaa! (he matado a sus bebés)

No sabía que se pudiese sentir tanta satisfacción esparciendo muerte y dolor. Me he quedado francamente sorprendido al sacar mi faceta sádico-psicópata.

Empecemos por el principio. Tras la Operación Futón de ayer pensaba que habría muchos menos picotazos esta noche, pero me desperté a las 6:30 a causa del picor que me producían ocho nuevos agujeritos en mi piel. Maldita gracia. Visto que la cama donde duermo con mi hermana estaba también comprometida por el enemigo, tomé la resolución de innovar nuestra artillería con una plancha a vapor.

Tras adquirir una procedimos a analizar con cuidado el colchón. Encontramos no una ni dos, sino cuatro colonias con multitud de huevos y unos cuantos ejemplares adultos. Paso uno: lejía sin diluir. Paso dos: usar la plancha para convertir aproximadamente dos litros de agua en vapor a alta temperatura y aplicarlo sobre el enemigo. Nunca pensé que disfrutaría tanto al planchar. ¡En condiciones normales me parece una tarea la mar de latosa!

He planchado el colchón, las almohadas, el pijama de mi hermana, dos sillas, la moqueta... la casa se transformó en una sauna con cierto aroma rancio a carne quemada. Quiero ponerle una vela al inventor de la plancha de vapor. Me pregunto quién fue.

Más les vale a las supervivientes que no se atrevan a picarme esta noche. Como lo hagan no me responsabilizo de mis actos. Me veo en actitud berserker con una plancha en cada mano y la cara transformada en una mueca de sadismo propia de Freddy Krueger.


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Uhm... algunas páginas en Inet dicen que una tal Gertrude Gross fue la inventora de la plancha de vapor en 1953. Ahora sólo necesito la vela.