Rigel en Inglaterra

domingo, marzo 15, 2009

Chade-Meng Tan y la paz mundial

Quiero hablaros de un tipo curioso llamado Meng. A mediados de los noventa era un ingeniero informático en Singapur con cierto prestigio. Más adelante fue uno de los primeros empleados de Google, donde adquirió el hábito de sacarse fotos con todo aquel famoso que pisase el suelo de las oficinas centrales de Google. Su título en el trabajo era "Jolly Good Fellow (which nobody can deny)". Es un juego de palabras entre dos versos de la canción "Porque es un chico excelente" y el título que se da en los países angloparlantes a los ingenieros de más alto nivel (Fellow).

Ya por entonces era conocido como un alguien que llevaba la sonrisa puesta todo el día y que tenía un sentido del humor extraño pero contagioso.

Como todos aquellos primeros empleados, se hizo rico de la noche a la mañana cuando Google entró en bolsa en el 2004. La mayoría de nosotros en esas circunstancias probablemente dejaríamos nuestro trabajo, compraríamos una casa lujosa en un sitio agradable y nos dedicaríamos a la jardinería a partir de entonces. O nos lo gastaríamos todo en putas, alcohol y drogas, que en el fondo es lo mismo.

Sin embargo, Meng siguió otro camino. Para comprender por qué debemos viajar en el pasado aproximadamente un año antes de que eso sucediera. En una tarde de verano del 2003 mientras estaba paseando, Meng tuvo una epifanía: sin motivo aparente adquirió la sólida aspiración de salvar el mundo. Decidió que si algún día se hacía rico, dedicaría su vida a la humanidad trayendo la paz mundial.

No sé a vosotros, pero a mí eso me pasa todos los lunes; más que nada porque sé que no voy a ser rico en mi puta vida. Pero Meng como os comenté se encontró un año más tarde exactamente en esa situación. Y no se echó atrás, lo cual es admirable.

Tras meses pensando en cómo alcanzar la paz mundial, y con varios intentos fallidos a esas alturas, se le hizo evidente que intentar poner en marcha un plan magistral que requiriese una gran organización no iba a funcionar nunca.

Para poder conseguir su grandioso objetivo necesitaría que el cambio viniese desde dentro de cada uno. Es decir, decidió que debe ser un proceso paulatino en el que muchas personas, de motu propio, decidan aportar su granito de arena a la paz mundial por la sencilla vía de mejorarse a sí mismas cultivando su paz interior, su amabilidad y su compasión. Esta mejora, según su plan, se produciría gracias a prácticas contemplativas y entrenamiento mental: lo que solemos llamar meditación.

Pero la meditación existe desde hace siglos y no vemos que haya paz mundial todavía. Algo falta. ¡Falta que la practique mucha gente! ¿Y cómo conseguirlo? Meng tiene un plan de tres etapas.

La primera es mejorarse a sí mismo. Dice que en esta vida quiere alcanzar el punto en el que sea siempre amable con todo el mundo. Me parece loable, aunque no creo que sea fundamental para conseguir la paz mundial, francamente.

La segunda es eliminar el misticismo y el tufillo anticuado/religioso que impregna la meditación hoy día. La forma de lograrlo es aplicar el método científico para desarrollar la meditación del mismo modo en que la medicina ha avanzado en Occidente el el último par de siglos. Cuanto mejor comprendamos cómo y por qué meditar mejora el carácter de la gente, mejor preparados estaremos para convertirla en una herramienta eficaz y convincente. En esta década se han hecho avances importantes en esta área y se sigue investigando intensamente con resultados muy prometedores. Aquí Meng dice que su labor se limita a apoyar económicamente a los proyectos de investigación que ya existen.

La tercera etapa, que es parcialmente dependiente de la segunda, es probablemente la más complicada. Consiste en hacer que la meditación deje de ser del dominio de hombres viejos, calvos y con túnicas naranja. Tiene que ser estar alineada con la vida y el interés de la gente de la calle. Afortunadamente existe un precedente que nos puede dar pistas sobre cómo conseguirlo. Se trata de el ejercicio físico.

En 1927 un grupo de científicos fundaron el "Laboratorio de la Fatiga de Harvard" para estudiar el efecto del ejercicio. En aquella época debió de ser difícil hacer algo así a un grupo de científicos respetables, "perdiendo el tiempo" investigando algo tan frívolo como el ejercicio, pero tuvieron éxito. Uno de sus hallazgos más importantes fue que el ejercicio cambia la fisiología de quienes lo practican. Quien hace ejercicio regularmente es más sano y puede operar más eficientemente a nivel físico.

Hoy día, y gracias al trabajo pionero de aquellos científicos y quienes les siguieron, el ejercicio físico ha adquirido cuatro cualidades:
  1. Todo el mundo sabe que "hacer ejercicio es bueno para ti". No hay discusión alguna en este tema. Aunque no todos hacemos ejercicio regularmente, tenemos una vocecita que nos dice que deberíamos si queremos estar más sanos.
  2. Quien quiere hacer ejercicio puede aprender cómo. La información está disponible por todas partes en forma de gimnasios, centros de deportes, etc. Además, todo el mundo conoce a alguien que hace ejercicio regularmente y que puede aconsejarles cómo empezar.
  3. Mucha gente (al menos en Norteamérica) puede hacer ejercicio en el trabajo. Muchas oficinas tienen gimnasio propio o al menos los empleados reciben descuentos para ir al gimnasio si quieren. Los empresarios saben que los empleados que hacen ejercicio son más sanos y más productivos.
  4. El ejercicio se da por hecho. Esto se manifiesta en que cuando dices que vas al gimnasio o a hacer footing, nadie te mira raro ni piensa que eres una especie de hippy desfasado. De hecho sucede lo contrario: si discutes contra los beneficios del ejercicio la gente te mira raro.
Ahora bien, ¿cómo lograr que la meditación adquiera el mismo status que el ejercicio? Parte del trabajo está hecho puesto que el estudio y la validación científica sin duda ayudarán a lograr los puntos 1 y 4.

Aquí Meng ha decidido recurrir a lo que se llama "Inteligencia Emocional". Es un término acuñado por Daniel Goleman en su libro con el mismo título. Es ya un término bastante conocido, y aunque no mucha gente sabe qué significa exactamente, existe ya la impresión de que es algo positivo que nos puede ayudar a lograr nuestros objetivos: ser más efectivos en el trabajo, lograr ascensos, tener mejores relaciones, etc. Es decir, está alineada con los deseos de la gente de a pie.

Aprovechándose del tirón de la Inteligencia Emocional, Meng y sus colaboradores han empezado a desarrollar un programa que dice ser capaz de aumentarla. Está fundado parcialmente en técnicas meditativas tradicionales, pero con la nueva etiqueta de la I.E. está teniendo mucho éxito atrayendo a gente que probablemente nunca pisarían un templo. El programa de momento está circunscrito a los empleados de Google pero sólo como proyecto piloto. Una vez esté mejor desarrollado pretenden hacerlo disponible al público en general.

Me parece apasionante :-)

6 Comments:

  • Cuento brevemente mi intento de ser siempre amable con todo el mundo: me toman por el gilipollas al que mandar hacer todo: desde un empalme eléctrico o bien me explican las bondades de tal o cual sistema económico/sucial (a pesar de, amablemente, explicar que esos no son mis cometidos o que eso ya lo conocía). Vamos, que finalmente tuve que hacer como el resto: ser un cínico hijo puta.

    después de trabajar intentaré ser un pelín más extenso y comentar el post, porque últimamente me gustan los temas que tratas (qué recuerdos). A ver si no sale la mayor parida del planeta...

    By Anonymous Anónimo, at 3:09 p. m.  

  • Por la forma de escribir asumo que eres Gulin :-)

    Esperare ansioso tu comentario. Se que ultimamente estoy pesadito con el rollo budista, pero es que al fin he descubierto sus bondades :-)

    By Blogger Rigel, at 6:35 p. m.  

  • Ops, sip, soy yo! Me olvidé firmar.
    Simplemente remarcar que, sin entrar en filosofía budista yo he intentado aplicar el ser (más bien tratar de) paciente con mis congénres aplicando el principio cristiano de no hacer a los demás lo que no quieres que te hagan. Todo esto a pesar de ser ateo recalcitrante ya que ésto no implica que sea amoral.

    Con lo inquieto que suelo ser aprendí a explicar en tono bajo y pausado mis razonamientos e ideas, alegrías y enfados, deberes y derechos,... vamos, un sinfín de paciencia que me llevó al estrés más absoluto. Sí, sí, en mi caso, a pesar de hablar "tranquilamente" con todo quisqui creo que me debían tratar como disminuido psíquico y sólo quienes bien me conocen me hacían algún caso. La gran consecuencia que el médico casi me receta tranquimazines (o como se escriba) porque el estrés me desbordaba por las orejas!

    Así pues y tras tanto intentarlo he vuelto a ser "agresivo" (entiéndase bien: aunque a veces sea muy punzante no muerdo ni pego) y los momentos de relajación y meditación los consigo llendo a correr, en bici,... Vamos, haciendo deporte de forma algo exigente. Creo que éste es el punto clave de todo el meollo: planificar unas metas (siendo realista, que sean asumibles) y tratar de conseguirlas. Yo al menos es en esos momentos cuando realmente consigo no pensar en nada porque simplemente, entre cada bocanada tratando de oxigenarme, mis pensamientos quedan relegados al subconsciente que me permite continuar con la actividad.

    Bueno, lo dejo que me voy a continuar con mi terapia :) Amenazo con que a lo mejor continúa...
    Un abrazo, Gulín.

    By Anonymous Anónimo, at 7:26 p. m.  

  • Por lo que cuentas, entre las dos alternativas desde luego mejor ser asertivo y que no se te suban a la parra.

    El ser buena persona no es incompatible con expresar lo que piensas y con poder decir basta. ¿Que se intentan aprovechar de ti? Sin perder los nervios les puedes dejar las cosas claras y tomar las medidas que consideres oportunas.

    Ante todo tu salud y tu bienestar. Sólo faltaría estar jodido a costa de un par de vagos/rémoras/inútiles.

    Lo de tratar de no putear al prójimo es fundamental para cualquier persona. Leí hace poco a un tipo que argumenta que el comportarse de forma ética es simplemente una forma de proteger tu propia estabilidad mental y emocional. Si mientes, haces trampas, robas o en general le haces la puñeta a alguien a propósito tu conciencia te va a estar dándote la tabarra y estarás preocupado por si te descubren.

    Lo que comentas al hacer ejercicio es más profundo de lo que parece. No sólo las tradiciones budistas sino también algúnos psicólogos occidentales modernos defienden que es muy beneficioso realizar cualquier actividad con tal interés que pierdas por un rato la cascada de pensamientos que solemos soportar como un disco rayado. Véase http://es.wikipedia.org/wiki/Flujo_(psicología)

    Especialmente los puntos 3 y 9 son lo que logran los meditadores que tienen cierta experiencia. Es una forma de higiene mental.

    Mucho ánimo y sigue disfrutando :-)

    By Blogger Rigel, at 12:08 a. m.  

  • Gran enlace. Este término ya lo conocía de la actividad deportiva aunque en inglés (flow). Concretamente en deportes de conducción (no sólo motor sino también descenso en mtb, bobsleigh! y sus derivados,...), dónde todo sucede tan deprisa que la atención se centra exclusivamente en lo necesario para la actividad.

    Obviamente este estado además requiere conocimientos avanzados y experiencia para completar el guiso. Esto implica cierta disciplina y planificación. Como ejemplo indicar que la primera vez que corras con un coche de rally (siempre en entornos controlados, eh?) por muy rápido que vayas te la pegas fijo en la primera o segunda enlazada de curvas. Necesitas también

    De los 10 puntos reconozco todos en un libro de técnicas de descenso, y destacaría la importancia del punto 6 (el cual implícitamente nos lleva a 7 y 8) el cual explica la necesidad de planificación. La verdad que el momento de despegar del suelo proporciona una agradable sensación de conexión con uno mismo y permite alejar el estrés del día a día. Además esa sensación perdura tras la práctica. Bueno, para ejemplificarlo un vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=Yds4dFeJFyc&feature=related. Eso es flow!! (Lástima de curva :)

    Bueno, por hoy no doy más el tostón Kompi!
    Gulín

    By Anonymous Anónimo, at 11:50 p. m.  

  • Gracias por el vídeo. Me trae recuerdos de cuando era crío -- salvando las distancias en cuanto a dificultad del terreno.

    Respecto a lo que comentas... pues que estoy totalmente de acuerdo. El gran problema de los que intentamos meditar es el punto 8: la mayoría de las formas de meditación no traen recompensa a corto plazo. Son, de hecho, bastante aburridas en general. De vez en cuando son incluso desagradables: viejos recuerdos o ideas que estaban en el subconsciente afloran, y no apetece nada enfrentarse a problemas que te has esforzado durante años en ignorar.

    Sólo conozco una forma de meditación que cumple el punto 8, e incluso esa tiende a hartarte/cansarte al cabo de media hora o así.

    Supongo que es el motivo por el que mucha gente empieza a meditar y luego lo deja.

    Afortunadamente hacer deporte no tiene ese problema :-)

    By Blogger Rigel, at 1:20 p. m.  

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