Rigel en Inglaterra

sábado, marzo 18, 2006

Estos humanos están locos

Necesito desahogarme de las barbaridades que uno lee y ve. En los últimos seis meses he encontrado y denunciado tres sitios web cuyo contenido me ha hecho sentir asco de ser humano. Hoy mismo leo en las noticias la horrible muerte que sufrió una chicha menor de edad a manos de unos cafres sin escrúpulos.

¿No es la vida de por sí lo bastante jodida? ¿Encima tenemos que hacernos esto los unos a los otros? Lo que me revuelve las tripas es que en estos ejemplos que he dado los autores eran perfectamente conscientes de lo que hacían. No fue un accidente, no fue un instante en el que estuvieran cegados por la ira o la lujuria. Fueron horas en las que pudieron frenar y no lo hicieron. ¿Por qué?

Cada vez que leo una de estas barbaridades pienso que una vez, hace años, estos salvajes fueron bebés indefensos e inoncentes, amamantados con cariño por una madre. ¿Qué fue lo que falló? ¿Dónde adquirieron la crueldad? Y lo que quizás entiendo menos: ¿por qué la usaron?

La vida de toda persona esá plagada de momentos amargos, de esfuerzo agotador que no dio frutos, de tristeza, desamor, angustia y desesperanza. Hasta la persona más aparentemente feliz esconde en su memoria todas esas vivencias. El sufrimiento que uno haya vivido no le justifica para hacer sufrir a los demás. Al contrario, el haberlo sentido en carne propia hace --o debería hacer-- que queramos evitar que otros pasen por lo mismo. El que algunas personas no hayan echo esta reflexión consciente o inconscientemente no lo comprendo.

Como agnóstico siento sobre mí el peso a veces creciente pero nunca menguante del dolor que he provocado. No hay para mí el consuelo de una confesión a un sacerdote. Sólo el fin de mi vida traerá la liberación de mi conciencia. Posiblemente sea por eso que no dramatizo la muerte, sino que la veo como el alivio que hace que la vida sea soportable. Recomiendo echar un vistazo a las primeras páginas de "La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera. También merece la pena leer a Mark Twain.

Hasta entonces, seguiré compilando, haciendo chistes malos y tratando de ser una aportación positiva en la vida de los que me rodean. Al menos lo habré intentado. En cuanto a los protagonistas de las noticias que me llevan a escribir hoy, rezaré por sus almas. Bueno, todo lo que un agnóstico es capaz a rezar.